Ya sea a corto o a largo plazo el costo de nuestro analfabetismo emocional cobra vida en nuestro cuerpo. Vidas enteras penando por rencores, resentimientos, odios y eternas venganzas que sólo destruyen a quien los pergeña. Sentimientos encontrados van desde la culpa al perdón. Pagamos con nuestra soledad, el aislamiento y con la resignación, el abandono.

Jóvenes que caen en las drogas, abusos sexuales, prostitución y alcoholismo: males que podríamos evitar si fuéramos conscientes de todas las dimensiones de nuestro ser. Nos urge parar la rueda.

En el campo de las investigaciones científicas ha quedado demostrado que la base de la salud física es la salud emocional, que una persona emocionalmente estable, serena, con energía positiva vive sana y entusiastamente; en tanto que una persona resentida, enojada y triste se enferma una y otra vez sin hallarle demasiado sentido a lo que hace. Por eso encontrar el equilibrio entre nuestras dimensiones biológica, emocional y espiritual es el gran reto.

El paso inicial, como de costumbre, es al autoconocimiento. Vemos juntos algunos síntomas del analfabetismo emocional; quizá – sólo quizá- usted conozca de cerca alguno de ellos.

  1. La inconstancia: Pareciera ser que perseverar es cosa de titanes, de hombres de otra época. Cambios de trabajo, de pareja, de amigos, de país de residencia, abandono de proyectos, carreras sin concluir, libros sin leer, dietas a medio alcanzar…

    La inconstancia es un síntoma de que algo dentro de nosotros no está bien, de que preferimos huir que hacer frente. La vida de la persona inconstante está plagada de desorden, de falta de rumbo, de visión. En el fondo es una cuestión de confianza en sí mismo. Como dice el dicho popular “Podrás huir de todo, menos de ti mismo”.

    Frente a este síntoma de analfabetismo emocional, puede preguntarse: ¿De qué estoy huyendo? O bien ¿Qué resultados no me estoy animando a crear?
    ¿Cómo sería mi vida si me atreviera a permanecer en este proyecto/relación/ trabajo? ¿Qué beneficios obtendría si concluyera esto que alguna vez declaré que iba a hacer? ¿Cómo impactaría eso en mi identidad pública? ¿Qué emociones me aparecerían si lograra terminar lo que empecé?

  2. La indecisión o “que otro elija por mí”- Es la típica actitud de quien elige quedar “impune” frente a los hechos. Y dicha impunidad pareciera – a simple vista- que le quitara responsabilidad. Sin embrago, nada es así. El poder de decidir siempre está en nosotros, es parte inherente de nuestro ser hombres, de nuestra libertad. Decida elegir o no elegir, es siempre una elección. Y las consecuencias de lo elegido – aunque haya elegido no elegir- impactan tanto en mí como en mis relaciones- Lo importante de reflexionar sobre este síntoma de analfabetismo emocional tiene que ver con comenzar a ver que no son los demás los que “me hacen la vida imposible” o “quienes tienen la culpa de lo que a mí me pasa” sino que soy yo responsable de mis elecciones/ decisiones. La clave está en TOMAR POSICIÓN, que es decirle sí a lo que deseo que ocurra en mi vida y estoy dispuesto a recibirlo, y no a lo que no quiero para mí; tomar posición responsablemente me lleva a tener una vida más completa ya a vivir con conciencia de responsabilidad ante cada uno de mis actos. Simplemente pregúntese a usted mismo qué quiere para su vida y actúe en consecuencia. Indague dentro de usted y responda: ¿Qué quiero para mí y qué estoy dispuesto a hacer para alcanzarlo? ¿Cómo sería mi vida si tomara posición frente a esto?
  3. La deslealtad, la falta de palabra: Hoy en día quienes sí cumplen con su palabra, parecen sapos de otro pozo; es como si el valor por la palabra dada perteneciera al mundo de la utopía. El punto es que quienes dudan de su palabra, también dudan de sí mismos e, indefectiblemente, logran que otros duden también de ellos. La desconfianza aparece en la base de la vida relacional y desde allí no es posible crear grandes resultados.

    Si cada uno de nosotros tomara conciencia del poder que tienen las palabras, nos evitaríamos muchos conflictos emocionales. Lo invito a pensar y a ver cuánto sí está a su disposición y en sus manos si está dispuesto a SER SU PALABRA.

  4. Analfabetismo amoroso: Existen innumerables creencias distorsionadas sobre el amor y los lazos afectivos en general, que nos han llevado a sentirnos mal y a sufrir por el modo de relacionarnos con las personas que supuestamente más amamos. Síntomas de analfabetismo emocional son los celos, la dependencia afectiva, el creer que sin él o ella no existimos, el suponer que el amor siempre es sacrificio y tantas otras cosas que nos han inculcado haciéndonos creer que todo nuestro ser y nuestra felicidad dependen de lo que el otro haga en nuestra relación.
  5. La enfermedad física: Ausentismo laboral con repercusiones económicas, consultorios médicos abarrotados, medicina prepaga imprescindible, porcentajes de sueldos destinados a la compra de medicamentos… Un sistema orientado más a la enfermedad que a la salud, como si ello fuera lo “normal”

Todo ello ¿por qué? Porque nos hemos descuidado demasiado. La ciencia ha estudiado el impacto del manejo emocional en nuestra salud física, sin embargo, aún no estamos plenamente conscientes. En las organizaciones el ausentismo por enfermedad provoca grandes pérdidas, sin embargo, poco se hace.

Ya es tiempo de optar por una nueva calidad de vida, un estilo de ser que contemple al hombre como alguien integral, armónico, conectado con la salud- en pocas palabras- pleno.